viernes, 29 de septiembre de 2017

Escenario 3. Mi Tema / Inquietud en la red

He elegido uno de los temas que me han interesado sobremanera en los últimos años, por incidir de forma directa en mi campo de trabajo: el de la “defensa de la filosofía” ante las iniciativas encaminadas a desaparecerla de la currícula escolar de la educación media superior o, por lo menos, convertirla en una serie de habilidades útiles para otros contenidos, diluyendo así su peso como una materia de tipo tanto formativo como informativo.
En Europa y América, estas iniciativas han sido reflejadas ya en no pocas ocasiones en reformas a los planes de estudio, consistentes tanto en la reducción de las horas clase dedicadas a la impartición de asignaturas filosóficas como a la reelaboración de los objetivos de las mismas, pasando de tener un contenido genuinamente independiente a ser una mera auxiliar en la comprensión de las otras materias. La filosofía, según este último enfoque, estaría repartida en forma de habilidades a lo largo de los programas de estudio. “Competencia transversal” ha sido uno de los eufemismos favoritos de los estrategas educativos encargados de llevar esto a cabo.
Opino que defender a la filosofía es una postura avalada tanto por la razón como por el sentido común. El empobrecimiento personal y social al que se nos expone al retirarla de los niveles educativos donde tradicionalmente ha tenido un lugar preponderante, es tanto injustificable como imperdonable.
Recuerdo hace tiempo haber sostenido que era importante averiguar por qué se había llegado a estas instancias, en qué momento permitimos que los encargados de las políticas educativas llegaran a pensar que la filosofía era prescindible, al menos como se había considerado hasta entonces. Yo conjeturaba que caer en las teorías de la conspiración era algo natural hasta cierto punto, pero injustificado, es decir, tiene cierto sentido suponer que hay una intención detrás de todo esto, que alguien se beneficia con su desaparición. Pero también, siendo consecuentes con las enseñanzas de la filosofía, se impone la autocrítica, es nuestra inacción la que ha, en parte al menos, permitido que esto pase. No hay una adecuada divulgación de los objetivos, métodos y consecuencias de la reflexión filosófica, los filósofos deberíamos ser los principales vínculos entre nuestro saber y la sociedad, y no lo somos. La ciencia es un ejemplo de saber que ha tomado consciencia de la importancia de la buena divulgación, logra informar, e incluso interesar genuinamente a las personas.
He dado recientemente con una discusión que indirectamente tiene que ver con lo que he dicho antes y que se divide en dos posturas: la primera se puede enunciar de la siguiente manera:
1.      Si bien la filosofía debe ser defendida, no es correcto recurrir a argumentos cuestionables como: “La formación humanística es un pilar de la democracia” o “El conocimiento de las humanidades contribuye a nuestra realización como persona”, entre otras.  La segunda postura es:
2.      Los valores que promueve la filosofía efectivamente hacen una valoración de las formas de gobierno, entre ellas, de la democracia que sale fortalecida cuando se le analiza filosóficamente y las humanidades, entre las que se encuentra a la cabeza la filosofía, permite a sus exponentes ser reconocidos como ejemplos a seguir en más de un aspecto.


Jesús Zamora Bonilla

La primera postura es sostenida por un filósofo español muy importante llamado Jesús Zamora Bonilla, quien encendió la polémica con un escrito publicado por el diario El País titulado “Cómo no defender a las humanidades”. La segunda postura ha sido asumida por más exponentes, entre los que se encuentra otro importante filósofo español: Fernando Broncano en un texto publicado en su perfil de Facebook que lleva por título: “Cómo defender las humanidades”.

Fernando Broncano


Me permito mencionar que yo estoy más de acuerdo con el primero. No hace falta recurrir a argumentos poco claros para defender a la filosofía, habría que poner énfasis en las cualidades de pensamiento que promueve y que son relevantes para el desarrollo de los individuos en las sociedades contemporáneas, tales como el pensamiento crítico y creativo, las habilidades argumentativas formales e informales, etcétera.

2 comentarios:

  1. Sumamente interesante tu tema y las reflexiones que compartes al respecto. Me surge la inquietud, al inicio de tu entrada mencionas que has estado involucrado desde hace tiempo en esta inquietud particular, me gustaría conocer más sobre cómo lo has vivido en tu cotidiano, algunas estrategias que hayas explorado, cosas con las que te has topado en esta "defensa de la filosofía" en tu labor. Considero muy valioso este esfuerzo, sobre todo en la sociedad actual.

    También me surgen un par de preguntas... sobre los autores, ¿has hecho algún contacto directo con ellos? ¿has tenido alguna comunicación o intercambio por algún medio? quizá sería interesante dialogar con ellos estas posturas.

    Saludos,
    Ninfa

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  2. Hola Ninfa.
    Cuando se nos informó que esta iniciativa ya estaba en la fase de implementación, en el Departamento de Filosofía de la UdeG (al que también pertenezco) realizamos una evaluación de la gravedad de la situación y pudimos recabar la opinión de profesores de bachillerato. Nos unimos a la iniciativa nacional llevada a cabo por el Observatorio Filosófico de México que logró dar una marcha atrás a la iniciativa e incluso plantear la posibilidad de incluir a la filosofía como un derecho (en este sentido la UNESCO ya ha logrado avances).
    Conozco a Broncano, pero no he dialogado con él sobre el asunto, de Zamora sólo tengo referencias, pero como mencioné, me parece que sostiene una postura muy autocrítica y correcta.

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